Oda a la hipocresía

Dícese que el escepticismo es el recelo, incredulidad o falta de confianza en la verdad o eficacia de una cosa. Partiendo de esta base, hoy hablaremos sobre los ateos que se toman las doce uvas de la suerte, de los socialistas que no viven al nivel del núcleo social al que representas, de los feministas que no saben recibir una crítica porque "sus padres les dieron una buena educación", y así, podríamos hacer una lista inmensa en un ejercicio de, no tanto hipocresía, o si, como de falta de reflexión de lo que representa ser escéptico y desconfiado, de todo aquel hecho que no pueda verse analizado mediante método científico, racionalizando una tesis que se pueda demostrar mediante la ciencia.


Está claro que en toda creencia existen contradicciones, ya que como se suele decir, si una creencia tiene menos de cinco contradicciones se convierte en dogma, pero una cosa es una contradicción baladí que surge a raíz del poco desarrollo de una determinada forma de pensar, y otra es la premeditación de una acción, con alebosía y la premeditación propias de cualquier facha que diga que condena el franquismo, pero luego dice que no hay que quitar figuras de homenaje a Franco por "no abrir heridas". Esta hipocresía puede surgir de la propia demacración de las creencias desarrolladas en el cerebro humano (véase Felipe González o Alfonso Guerra), ya que es necesario tener unos patrones de creencia claros, aunque vaya evolucionando con el paso del tiempo por la propia influencia del contexto histórico, pero siempre en torno a una serie de valores que formen el tronco de tu manera de pensar, inamovibles, y que abarquen conceptos generales como el antirracismo, el feminismo, la lucha contra la pobreza. Es decir, bajo mi punto de vista, los principios que rigen la vida de una persona, o los ideales sobre los que se cimenta un partido político deben ser firmes e inamovibles, ya que si no se mantiene esto se puede sufrir una degeneración como la que ha sufrido el PSOE en estos últimos diez años, liderado por sus grandes adalides mencionados anteriormente como González y Guerra, siempre con el apoyo inestimable de Susana Díaz.


Esto no quiere decir que las variables que incidan en las decisiones que abarque y el rumbo que tome un partido o una persona, física o jurídica, como diría Facu Díaz, sean invariables, ya que es lógico que esto cambie a lo largo del tiempo ya que el contexto histórico determina una serie de condicionantes que influyen en las series que se toman, por ejemplo: No es lo mismo hablar de libertad ahora, que durante la guerra en la que estaba en juego la abolición de la esclavitud en los EEUU, que fracasó por parte del sur. Ni parecida la concepción de libertad que se tenía entonces y la que se tiene a día de hoy, ya que el proyecto de vida y libertad que se yergue en torno a un ser humano se ha desarrollado y expandido de sobremanera, como se refleja en la solémne declaración de DDHH. A ésto me refiero. Bases comunes y sólidas, pero variantes variables, que se puedan adaptar al contexto histórico para el correcto desarrollo de la sociedad, que te permita entenderla, abordarla, y transmitir un mensaje que cale en la sociedad.


No hay que perder la identidad, que es el riesgo que se corre al perder el norte si no se sientan bases sólidas que conformen un carácter e identidad propia. Entonces es cuando del escepticismo del que hablábamos al principio de la entrada, se convierte en credulidad en un sistema que no funciona, vendiéndote a el.


Tira millas.


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