Laicismo

Hace unos días tuve una charla, extensa charla, con un profesor de la Universidad que me da clase de Ciencias Aplicadas y en esa conversación, tratamos un tema como es la ciencia dentro de la educación pública y privada, y como dos cabezas piensan más que una, llegamos a la conclusión, tampoco brillante ni rebuscada de que en los centros públicos se le daba infinitamente más importancia a la ciencia ya la práctica, en general al método científico, que en las universidades privadas, y no hablemos ya de las religiosas. Debido a eso también estuvimos hablando sobre la laicidad, entendiendo este término como la filosofía de vida que se basa en la ciencia y la ética, conjugando está con la moral y que históricamente ha mantenido entre otras épocas vínculos con la Ilustración y el Siglo de las Luces, siempre en un contexto temático ligado a la razón, el humanismo y el vitalismo, como principio filosófico. En general: El progreso y lo que hace avanzar a las sociedades. Bajo mi punto de vista y al parecer también bajo el suyo, estuvimos tratando algo que creíamos esencial dentro de la conciencia crítica de todo alumno, pero que lamentablemente no es ni por asomo dominante en el conjunto del alumnado de las universidades tanto públicas como privadas, cómo es el pensamiento científico. Este pensamiento lejos de lo que muchos puedan pensar, no es necesariamente un pensamiento que esté basado en los conocimientos profundos de la física, de la química, o de las ciencias naturales, sino que simplemente es una forma de pensar que rompe con la credulidad, con la fe, con todo aquél dogma que por antonomasia no deja hueco ni lugar para el raciocinio y la explicación lógica. Esta forma de pensar lo queramos o no como hemos dicho antes, no es muy común en el alumnado tanto de las universidades públicas y privadas como de los institutos, tanto públicos como privados y ya no digamos la clase trabajadora.


Y ante esta credulidad educativa y esta falta de sentido (en muchos sentidos) crítico a la hora de analizar fenómenos como la religión, no nos queda otra alternativa al menos bajo mi punto de vista que el laicismo, pero no solo ante la religión católica sino ante cualquier religión se adhiera al Estado de una manera hipostática, no solo en educación sino en tratados como el Concordato con la Santa Sede, qué sirven entre otras cosas para mejorar relaciones con el Vaticano y fiscalizar la enseñanza pública y privada, que era el tema que nos ocupaba a mi profesor y a mi. Ante esto llegamos a la conclusión de que no quedaba otra alternativa que suprimir los contratos con la Iglesia que traban e impiden las manifestaciones de libre pensamiento y por consiguiente, entre otras opciones, quitar la Iglesia qué tanto se vanagloria de aportar para educación, de la casilla de Hacienda ya que Hacienda pertenece al Estado y el Estado somos todos. En general, que la religión se reduzca al ámbito personal y privado, y que no salga de donde debe estar, de las casas.


Para explicar esta actitud, que creo debería ser la más extendida, pondré un ejemplo de una foto que vi hace unos días y que me dio que pensar porque tenía, al menos yo lo vi así, toda la razón del mundo. Esa foto decía que la religión es como un pene: Está bien que tengas uno, pero no está bien que lo saques en público, no está bien que se lo metas a los niños, no está bien que pienses con él, y por último, no está bien que hagas leyes con él. Por tanto ante tal contundencia queda poco que añadir. Todo dicho.


Tira millas.






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