Nombre propio: Niqabi
Para poder entender la realidad de las niqabis dentro de una sociedad
globalizada, como la que impera en el siglo XXI no podemos dejar de lado un
factor tremendamente relevante como son los medios de comunicación de masas,
incluyendo en estos todos los digitales, como puedan ser las redes sociales
incluida WhatsApp, que es la principal vía de comunicación por la cual se
pueden comunicar las mujeres que pertenecen a este colectivo.
Debemos establecer un punto de partida esencial para el desarrollo de este
análisis, que desde mi punto de vista debería ser el término niqab que viene de
la propia palabra niqab que es la prenda que utiliza muchas mujeres musulmanas en
la cabeza para cubrirse la cara y que solo queden los ojos al descubierto. Es
una prenda que actualmente provoca mucha controversia por parte de la
población, incluso en países de predominancia musulmana y teocráticos: mucha
gente se queja de que se esté normalizando el uso del niqab, debido a que
muchas mujeres que lo usan no pueden ser identificadas, ya que no se les ve la
cara. Independientemente de si lo hacen voluntariamente o no, es un prenda que
dificulta la identificación de las personas que lo llevan y si entrásemos ya en
un terreno de ámbito más privado, habría que indagar en la voluntad o no de las
personas que lo suelen vestir, ya que una cosa de la que no se debe pecar es de
la aceptación de la primacía masculina en detrimento de la sumisión femenina en
pos del relativismo cultural, aunque por otra parte, es una variable realmente
importante la que promueve la liberación de la mujer a través de movimientos
textiles, como puedan ser la corriente que había en Irak y en Afganistán
durante las ocupaciones de Estados Unidos a principios del siglo XX en los que
utilizaban el pañuelo y el hijab como elementos de identificación y lucha por
la liberación de la mujer debido a la occidentalización impuesta por el
colonialismo norteamericano. Debido a este y muchos más factores, entrar en el
debate de la legitimidad de estas prendas es complicado y requiere de un
análisis profundo y exhaustivo.
Considero realmente importante partir de una premisa fundamental, que no es
otra sino es el establecimiento de la aclaración del término fundamentalismo,
ya que es una palabra que ha sido muy prostituida a lo largo de la historia por
el uso politizado (siempre interesado) que se ha hecho de ella a nivel social,
siendo un término con unas acepciones muy variables y que se ha amoldado a
numerosos conceptos según ha fluctuado el interés. Podemos entender como
fundamentalista toda aquella doctrina que se ciñe a una lectura e
interpretación explícita del libro o el texto sagrado al que se refiere, bien
sea del islam, del cristianismo o del budismo, ya que implica una vertiente
literal que va en contra de el origen metafórico y de hipérbole sobre el que
fueron construidas las religiones, por lo que una perspectiva fundamentalista
de las escrituras es una interpretación sesgada y que no se adapta a el
contexto histórico, político y social que modelan a dichas religiones a
lo largo de su historia y al propio contexto actual en el que se interpreta
cada una de las doctrinas.
Habiendo analizado este concepto de manera muy somera, podemos llegar a una
conclusión muy primaria y directa, y es que el movimiento niqabi, así como su
influjo dentro de la sociedad europea representan un movimiento
fundamentalista, ya que aspira, como refleja el conjunto y el grueso social que
los representa, a una sociedad en la que el islam es la religión absoluta que
establece las leyes, las normas y los juicios morales que hay en toda la
sociedad y que es una religión que para nada es cuestionada ni interpretada,
sino asumida como la única posición teísta posible dentro de la sociedad, como
reflejan muchas de las personas que lo profesan y lo predican, las cuales
hablan en redes sociales de Al-Ándalus como un objetivo honorable, valiente y
leal, hacia el cual orientar la lucha por el establecimiento del islam más
puro, sin matices.
El hecho de que esta concatenación de ideas vaya ligada a una
representación visual, como pueda ser el propio niqab, que es la prenda física
que representa visualmente a estas personas, es un hecho de algún modo
secundario, aunque no menos relevante, ya que es la materialización de un
ideario que choca frontalmente con los principios de la modernidad y que
pertenece a un colectivo religioso que históricamente no ha sufrido cambios
reales ideológicos, como puedan ser procesos revolucionarios como el que sufrió
el cristianismo a través de la revolución francesa, el cual aporta principios
de laicidad, separación de iglesia y Estado y en última instancia, una
racionalización de la religión que traspase fronteras para de esta manera unir
a fieles que tienen en común las creencias de una propia religión para
establecer nexos de unión basados, ya no solo en la propia religión, sino en en
una doctrina social que conforme el carácter y la identidad de una comunidad.
Otra conclusión a la que se llega en base al estudio del niqab como núcleo
y conformador social, así como creador de una hegemonía cultural que rodea a un
colectivo en torno al propio ideario que lo compone, es la completa certeza y
absoluta creencia de que el islam solo es entendible y viable en la sociedad
europea occidental tras un proceso de ilustración, de separación Iglesia y
Estado y de racionalización que han sufrido otras religiones que han sabido
adaptarse a los ritmos y procesos de la modernidad dando a su discurso una
pátina de actualidad que por ejemplo, el islam, no tiene, dando de esta manera
el espacio necesario y preparando así el caldo de cultivo perfecto para que
surjan movimientos como este en el que hay una interpretación totalmente
literal de las palabras del profeta. Esta actualización y racionalización del
islam pasa por elementos como aceptar la pluralidad de pensamiento y la
relativización de otras religiones que no sean la propia, lo cual favorecerá
que no puedan florecer ideas como las que se propugna por parte de las mujeres
niqabi, así como la permisividad y la flexibilización dentro de la propia
doctrina musulmana, para que así se pueda ejercer la religión sin un corsé tan
estrecho, lo cual favorecerá que mucha más gente se sienta atraída por la
propia religión, ya que forma parte, nos guste o no, de la condición humana.
Porque al final, tras siglos de historia, la religión
(independientemente de cuál) sigue siendo y será el opio del pueblo.
Tira millas.
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