Agricultura: clase, etnia y género



Cuando hablamos de agricultura, estamos hablando de la mayor fuente de riqueza que contiene nuestra provincia (Almería) y por tanto, es un tema que trasciende en cierto modo a cualquier análisis de clase, la raza y el género, ya que podemos analizarla desde infinitas perspectivas, siempre valorándola como lo que es: el motor de nuestra provincia. Ahora bien, debido a su importancia y su peso dentro de la economía es un conglomerado que contiene numerosos factores a estudiar dentro de sus relaciones de producción, relaciones personales y relaciones laborales. 

Estas tres últimas se pueden analizar y estudiar desde tres perspectivas diferentes que sirven de filtro para poder ver la realidad que rodea a nuestra economía desde tres ópticas distintas: la de clase, la de género y la de raza, que son confluyentes y a su vez divergentes, útiles para reflejar la realidad social, política y económica de nuestro municipio. Si bien es cierto que el análisis y el estudio de las variables que contienen estas tres ópticas puede ser bastante contradictorio en algunos casos, es bastante útil para darle forma a una opinión extendida sobre el municipio que en ocasiones incluso las propias personas de El Ejido sobredimensionamos por el efecto de los medios de comunicación de masas.

Primero vamos a analizar la perspectiva de clase, que desde mi punto de vista es la más importante porque es la que aglutina a las otras dos perspectivas bajo un paraguas inclusivo, es decir, que no discrimina ni por raza o etnia, ni por género, lo cual hace que el análisis sea mucho más amplio y nos da resultados de las variables que influyen en la economía más claros, desde una visión dialéctica en la que tenemos dos partes principalmente en el sector: los agricultores y los trabajadores del campo, los envasadores y los dueños de los almacenes. Siempre es importante analizar cualquier tipo de relación de producción desde una perspectiva dialéctica, ya que nos da una visión clara de quién posee los medios de producción que son importantes incluso a veces indispensables para el trabajo y quién pone a disposición del dueño de dichos medios la fuerza de trabajo, que es la realmente imprescindible para la ejecución de dicho trabajo, porque nos guste o no, sin ella por mucho medios de producción que haya el trabajo no se llevará a cabo nunca. En este caso particular en el que la agricultura del Poniente es la protagonista, debemos hablar de un sector en el que la mano de obra es tremendamente precaria y que tienen las condiciones materiales de partida (independientemente del trabajo que ejecuten) normalmente insuficientes o muy insuficientes, ya que normalmente es gente que no dispone de un nivel de vida alto y de unas condiciones económicas que no le permiten llevar una vida holgada. La clase trabajadora situada en la agricultura almeriense está totalmente precarizada y con unas condiciones laborales que en algunos casos rozan la esclavitud, culpa normalmente de unos agricultores que en muchos casos no respetan los convenios laborales pagando menos horas de las que corresponden y bajando del mínimo estipulado en el precio por hora que se le debe pagar a los trabajadores y las trabajadoras. Eso para empezar.

Otra visión que le podemos dar al ámbito de la agricultura almeriense para hablar de los trabajadores y las trabajadoras, en el ámbito de la relaciones laborales y económicas puede ser la visión de género que se da dentro de ella, ya que hay una constante bipolaridad en la que se produce un enfrentamiento, una dialéctica en los propios trabajadores, entre ellos, y las propias trabajadoras, entre ellas, así como entre trabajadores y trabajadoras, ya que se establece una relación de choque debido a que la precariedad del trabajo hace muchos casos que las plazas sean bastante reducidas, y que por tanto, haya una competitividad muy alta para conseguir mejores puestos organizativos o las mejores tareas o labores a desempeñar dentro del almacén o el invernadero. Si a esto le unimos la ya existente y desde tiempos no escritos subyacente desigualdad de género que existe a nivel tanto laboral como no laboral entre los hombres y las mujeres podemos entender que es fácil que se produzca el caldo de cultivo perfecto para una realidad bipolar en cuanto a la asignación de tareas entre hombres y mujeres y a la remuneración de las mismas, siendo el hombre mejor recompensado por su tarea que la mujer, lo cual se refleja también en el techo de cristal que existe en las altas esferas de la agricultura almeriense, siendo la mayor parte de los dueños de las fábricas de envasado de los hombres que de las mujeres, a pesar de que históricamente la agricultura almeriense en todos sus casos ha sido levantado por los agricultores y sus familias, incluyendo dentro de ellas las mujeres como parte fundamental y necesaria del surgimiento de este sector económico y de la construcción social y económica del municipio, es decir, el pilar más importante de nuestra economía.

Para hablar de la última perspectiva que vamos a analizar me gustaría hacer un pequeño inciso para marcar una diferencia entre etnia y raza, ya que cuando hablamos de etnia hablamos de todos aquellos colectivos entendidos como originariamente diferentes pero iguales en derecho y dignidad, debido a su lugar de procedencia, como pueden ser españoles, lituanos, rusos, senegaleses, italianos, etc. Sin embargo cuando hablamos de raza estamos diversificando de manera innecesaria y excluyente a una gran parte de la población. Dicho esto, es importante remarcar la importancia de la población inmigrante dentro del trabajo en la agricultura almeriense, ya que sin ellos todo su funcionamiento se desplomaría. Son decenas de miles de personas las que todos los días se levanta a las cuatro, cinco y seis de la mañana para trabajar en el envasado, recogida y plantación de frutas y verduras, así como hortalizas para el consumo y la exportación a otros países de Europa y del mundo. Son una pieza fundamental dentro del sistema productivo almeriense y por tanto no se puede entender su éxito internacional sin ellos y ellas, por lo que en ocasiones es incomprensible el rechazo y la animadversión que mucha gente proyecta hacia ellos, sobre todo en El Ejido, pero también en menor medida en el resto de la provincia de Almería, ya que son fundamentales dentro del encaje productivo de la agricultura almeriense y por tanto partícipes de la consecución de un éxito cuya riqueza nos contribuye a todos. 

Por tanto si alguna conclusión hubiéramos de sacar del papel que conjugan estas tres visiones dentro de la agricultura almeriense deberíamos saber que: sin visión de clase no puede haber una perspectiva de género clara que nos indique cuál es el camino que debemos seguir para avanzar hacia unos trabajos más igualitarios, sin roles de género, y sin una construcción social que nos indique qué trabajos están asociados a hombres o mujeres rompiendo de esa manera los techos de cristal y caminando así hacia una perspectiva más igualitaria. Sin una visión de género no podremos caminar hacia una perspectiva antirracista que fomente que cualquier persona, independientemente de su etnia, puede trabajar en cualquier empleo dependiendo de su cualificación en la agricultura almeriense, y finalmente, sin la visión del de etnia que busca eliminar la barrera de desigualdad que existe entre las personas de diferentes orígenes y nacionalidades no podremos tampoco eliminar la desigualdad de clases que nace de lo más profundo de la base social y crea un tejido que nos va separando de manera concienciada e intencionada por parte de aquellos que buscan establecer una desigualdad radical, asociando unos roles específicos para determinadas personas que para ellos no significan seres humanos, sino piezas encajadas en determinadas partes del proceso de construcción de la riqueza, entendiendo a las personas no como una entidad única, independiente y libre, sino como parte de un modelo reproductivo y productivo que lo único que busca en última instancia es capitalizar el beneficio del trabajo de la clase obrera, por lo que entendemos que estas tres desigualdades de etnia, raza género y clase no son sino una consecuencia del propio sistema productivo que impera en El Ejido, en Almería, en Andalucía, en España y en el resto del mundo, que no es otro sino el capitalismo: por tanto sin la abolición y la eliminación del propio sistema, todos los cambio a distintos niveles que queramos hacer. para cambiar las cosas serán inútiles ya que estaremos siendo aplastados continuamente por un sistema que no busca el reparto del trabajo en función del beneficio, a cada cual según su necesidad y sus capacidades, sino que busca la mayor acumulación de capital en las manos de quien más posee, dando menos a los que menos tienen y concentrando más en manos de quien ya tienen demasiado.

Tira millas.








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