Barrios vulnerables
En referencia al texto número tres de procesos de socialización, cuando hablamos
de la vulnerabilidad de los barrios en el ámbito de la vulnerabilidad que
poseen hacia problemas sociales como pueden ser las drogas, estamos
centrándonos constantemente en variables que son importantes, como las
condiciones vitales, psicológicas y físicas de las personas a las que afecta,
tanto a los propios enfermos o adictos, sus familiares, así como al círculo
social que rodea todo el entorno de la persona afectada, pero creo que se hace
un análisis pobre cuando se trata de dilucidar los porqués y los cómos de estas
situaciones, porque finalmente se hace un estudio superficial en el que si se
hace un análisis exhaustivo de las condiciones físicas y en última instancia
psicológicas que mueven a las personas a tomar ese tipo de decisiones, en el que
el primer sí es el detonante de toda una larga cadena de catastróficas
desdichas, pero ¿cuáles son las condiciones previas que son el caldo de cultivo
perfecto para que se de toda esa casuística?
Como en todo estudio social no solo se debe estudiar el qué sino el cómo,
el porqué y el cuándo. Por tanto, al analizar cuál es o cuáles son los motivos
que llevan a una persona o a un colectivo a sufrir una cadencia en este aspecto
también debemos preguntarnos por qué pasa, cuándo pasa y cómo pasa y eso es imprescindible
que lo analicemos desde un punto de vista que es normalmente el más importante
en cualquier tipo de esto estudio social, antropológico o sociológico: el
factor de clase. Lo vamos a hacer relacionado con un tema que se puede
desarrollar de manera paralela y que está teniendo en la actualidad la misma o
incluso más vitalidad que la drogadicción y que se está convirtiendo en uno de
los mayores cánceres de nuestro tiempo: las casas de apuestas.
Está claro y no es algo cuestionable que el factor de clase es esencial a
la hora de analizar cualquier estudio económico o social y mucho más en casos
particulares que condicionan a una mayoría porque es la condición de la mayoría
social la que incide en última instancia y determina cuáles son las dificultades
económicas de esas individualidades que marcan la diferencia porque en un
barrio obrero donde vive gente humilde y no hay una predominancia económica que
favorece la comodidad vital y laboral, hay muchas más oportunidades de que
crezca la drogadicción, el juego, la ludopatía o en su conjunto, cualquier tipo
de conducta que haga perder dinero a la gente en detrimento de su salud y de la
de su familia. La falta de recursos económicos y ocupacionales es una lacra en
los barrios de España y el resto del mundo en una época como es la del
desarrollo neoliberal, en el que se concibe a la clase trabajadora como mera
portadora de la fuerza de trabajo, independiente de cualquier necesidad que no
sea la material, carente de filosofía, como una entidad inerte intelectualmente,
y eso se refleja en la configuración de nuestras calles y barrios.
A causa del propio neoliberalismo, nuestras condiciones materiales son
peores, esto obliga a que los padres y madres de barrios obreros trabajen más,
y al final del día, los horarios lectivos son los que son, factor esencial para
poder comprender por qué triunfan elementos totalmente contraindicados para la
vida y la sociedad como las drogas o las casas de apuestas, chivos expiatorios
de la propia miseria de la clase obrera, y a su vez, pescadilla que se muerde
la cola, ya que se alimentan de la falta de educación de los jóvenes de
familias humildes para poder quedarse con su dinero y el de sus padres,
arruinando así familias enteras y acabando con aquello de lo que se nutren: un
círculo que nunca acaba.
¿La solución? Educación social contra la ludopatía y la drogadicción y
sobre todo, concienciación para que los y las jóvenes desde pequeños sepan que
aunque se les trata de proteger de este tipo de entretenimientos nocivos, la
afirmación o negación ante la propuesta es suya, y por tanto, suya la
responsabilidad. A partir de ahí, confiar.
Tira millas.
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