Llegados a este punto


Estamos entrando en debates absurdos, vorágines inciertas y disputas estériles a raíz de asuntos que pensábamos que formaban parte ya del "olvidario" colectivo, fruto de una inhóspita irrupción de movimientos reaccionarios a nivel global que están apuñalando con saña todo lo que la sociedad creía ganado hasta día de hoy, y uno de estos puntos es la vida; una vida que está viéndose sometida a escrutinio injustificado por parte de nazis de corbata y pin rojigualda que usan la biblia para masturbarse con el fetiche del odio al diferente, pero hacen caso omiso a la doctrina social de la Iglesia, que habla sobre la compasión para con los más desfavorecidos, con los moribundos.

Hace un par de semanas, el Papa Francisco dijo en una entrevista emitida en televisión que aquellos católicos que se niegan a aceptar la llegada de migrantes procedentes de países sumidos en conflictos bélicos, deberían leerse el evangelio. La afirmación es brutal, pero tan brutal es esta como la situación en la que estos seres humanos se encuentran al salir de sus países, apenas sin dinero, sin pertenencias, sin gran parte de su familia y la en muchos casos fugaz promesa de un futuro digno en tierra firme, anhelo máximo de gente que no asume por hechas las delicias de occidente, para las que la supervivencia no es ni el pan de cada día, ni el sueño de cada noche. Nadie les libra del mal y su corazón dejó de perdonar hace mucho tiempo a los deudores, europeítos y yankees de clase business que con una mano mandan "apoyo" mientras con la otra activan racimos de destrucción masiva, la hipocresía de quien está enfermo de codicia y se ahoga en su propio éxito, en su propia abundancia.

Protestan contra las leyes de aborto, asesinato para ellos, mientras miles de personas mueren a diario en las costas donde poseen sus segundas residencias, donde se bañan sus hijos e hijas, donde descansan de jornadas laborales finitas.

Europa es víctima del infantilismo: se niega a recoger los frutos de su siembra, en forma de cuerpos flotantes con pulmones encharcados, en infancias truncadas, en vidas sesgadas a destajo.

Llegados a este punto, la vida ha pasado a estar en un segundo plano.



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