¿Qué falla en la educación?


Considero que uno de los grandes fallos que han tenido siempre las familias sería el fín que se le asocia a la educación, ya que históricamente se le ha dado un papel de poco menos que guardería, en el que la escuela ha servido de chivo expiatorio para la convivencia de las casas, lo cual da bastante que pensar sobre la imágen y la importancia que le daban las propias familias a los niños y niñas de casa. La escuela trasciende a todas las dimensiones de lo cotidiano para incidir de manera directa en el intelecto del alumnado y su subconsciente en cuanto a lo comportamental. Educa en valores, en respeto, en amor y sentimientos de unidad y, a parte de aportar los conocimientos competentes en las areas competentes para la vida profesional, es un vehículo de inclusión y formación emocional para el día a día.  

Otro de ellos creo que es el papel que ha jugado y sigue jugando la familia en el proceso de enseñanza/aprendizaje que se produce en la escuela, en ocasiones no sabiendo ver dónde está el límite de las funciones competentes a la familia (o por exceso o por defecto), haciendo un torpe favor a sus propios niños y niñas. Muchas veces, también hay que decirlo, fallo de las propias instituciones educativas, que no han sabido encauzar esa labor familiar ni informar sobre cómo podía ser útil en el proceso.

Creo que en los métodos es en el apartado donde más “chicha” se puede sacar y más se puede aprender, ya que, debido a que los sistemas educativos de todo el mundo a lo largo del siglo veinte han sido un elemento de reproducción de la superestructura dominante, la educación ha vivido una serie de idas y venidas que han hecho que no estableciese un punto de partida básico para la enseñanza y aprendizaje. El primer fallo ha sido posicionar la educación como un fin y no como un medio, ya que esto excluye al propio concepto a una definición muy temporal y fuera de cualquier tipo de educación que se viva dentro del aula. De esta manera, se excluía también cualquier otra experiencia educativa que sirviese para enriquecer este proceso que, a diferencia de la concepción clásica, se produce durante toda la vida de manera gradual y paulatina.

Otro fallo de método es no apostar por la educación holística, que promueva todas las dimensiones del ser humano, siendo ésta históricamente sustituída por una educación excesivamente dividida en campos, en la que se daba por ejemplo ciencias sociales, lengua y matemáticas, pero el alumnado no podía averiguar qué nexos de unión podían encontrar. 

Al aprender inglés, puedes estar tratando un tema como es el cambio climático y enfocar el texto desde un punto de vista sintáctico o morfológico, y de esa manera estudiar la composición de las palabras y su estructura, esquema que sirve para poder entender la aritmética y posteriormente su semántica en la lengua castellana. Esto se podría hacer así, pero nunca se ha hecho, y lo considero un grave error. La interdisciplinariedad es la clave de una educación con sentido y estructurada lógicamente.

Por otra parte, se ha enfocado la educación como un proceso de memorización y adquisición de conocimientos, en el que el elemento principal era el libro de texto, el cual marca un estándar general para todo el alumnado al que se le aplica. Evidentemente, cada niño y niña tiene su ritmo, tiene su propia evolución en los procesos mentales que se producen dentro de él o ella, y el colectivo que se tiene que encargar de adaptar los contenidos a las competencias y habilidades del alumnado es evidentemente el profesorado. Las editoriales buscan hacer dinero, no les importa lo más mínimo el aprendizaje de los niños y las niñas en las escuelas. Por eso es tan necesario que los maestros y maestras se impliquen lo máximo posible.

Otro de los fallos, más graves desde mi perspectiva es la hipocresía, muy a menuda inconsciente de los métodos de evaluación. Se nos llena la boca de conceptos como la paz, la cooperatividad, el compañerismo y la solidaridad, pero luego establecemos un sistema evaluativo que está basado en la valoración numérica de una serie de competencias, en las que hay alumnado con más nota y menos. Esto es una tremenda irresponsabilidad, ya que fomenta la competitividad, sobre todo en las últimas etapas de la educación primaria, pero además es un error de concepto, ya que trata de evaluar a diferentes personas con diferentes tipos de inteligencia (creativa, ejecutiva, musical, matemática, perceptiva, sensorial, etc) con la misma metodología. Es brutísimo.

El currículum no es el único ámbito educativo en el que se falla. Las propias “estructuras de poder” que se desarrollan en los centros son totalmente verticales, exentas de cualquier participación activa del alumnado, excluyéndoles de toda actividad de gestión del centro, mientras se les está diciendo que ellos son la parte más importante de este proceso. Más hipocresía. Es como el despotismo ilustrado: “Todo para el alumnado, pero sin el alumnado”. No debe haber “estructura de poder”, debe haber autoridad funcional, orgánica y organizativa, pero que no sea restringente ni coercitiva para con la participación del alumnado. Debemos darles libertad, y eso supone darle el espacio para que puedan tomar sus propias decisiones desde la autonomía, pero también darles la conciencia de que son capaces de hacer y las herramientas para que sus decisiones sean viables.

Por último, en lo que a finalidad se refiere, debe haber una concepción amplia de dos elementos básicos: la felicidad y el futuro.

“Debes estudiar para ser alguien” es una de las frases que más escucho entre padres y madres y sus hijos. Esto es terrible y debe cambiar. No somos lo que somos en tanto a nuestra formación o competitividad en el ámbito laboral o estudiantil; somos lo que somos en razón de nosotros mismos y los seres humanos que nos rodean, y cualquier otra concepción que salga de esta idea es excluyente con algún colectivo, y por tanto, inhumana.

Por otra parte, la felicidad es un elemento tan plural como plurales somos los seis mil millones de personas que habitamos la tierra, por lo que intentar establecer un modelo de felicidad único para el que la escuela sirva de vehículo es tan estúpido como intentar hacer una trasfusión de sangre con el mismo RH para todo el mundo, y es una idea que la comunidad educativa, a nivel mundial va a tener que replantear, ya que, siguiendo un modelo de producción en cadena, estamos estandarizando las enseñanzas, los procesos de parendizaje, pero también los emocionales y los sentimientales. Desde mi punto de vista este es el peor fallo de todos, ya que los conocimientos instrumentales para el desenvolvimiento de la vida profesional lo acabarán aprendiendo en las diferentes etapas de la formación escolar, pero la educación emocional, si no se trabaja desde pequeños, quedará atrofiada.

Tira millas.


Comentarios

Entradas populares