Respeto por un tubo
Si algo caracteriza una sociedad democrática es el respeto a las ideas ajenas y la tolerancia para con aquellas disidencias ideológicas que nos distancian de los demás. A la gente se le llena la boca hablando sobre el respeto que se debe mostrar a quien no piensa como nosotros, y que la clave de la democracia es convencer con nuestras ideas, para poder ponerlas en valor en el ejercicio del poder. Qué bonito concepto puede parecer así, a priori.
Respeto parriba´, respeto pabajo´, respeto pal´centro y respeto padentro´.
Se nos inculca desde bien temprano que la tolerancia es una buena actitud, un modelo de referencia en lo que a comportamiento se refiere, pero como buenos seres pensantes y con capacidad de reflexión y análisis que somos, creo que debemos pararnos a darle un par de vueltas al concepto de respeto como filosofía de vida y de convivencia, así como del papel que juega en democracia.
Que el exceso de respeto y tolerancia puede llevar a su cavar su propia tumba no es nada nuevo, ni una reflexión que debamos volver a hacer, pero creo esencial ver el respeto desde unas gafas sostenibles, es decir, que nos permitan llevar a cabo valores democráticos sin ponerlos en riesgo. Desde esa perspectiva creo que no hay que tener un doctorado para entender que el fascismo no puede tener cabida en un sistema democrático, ya que por sus propuestas, ponen en riesgo la propia salud de la democracia. Lo que hace que una democracia sea saludable daría, no para una entrada, sino para un libro entero.
Llegados a este punto creo que huelga decir que el respeto debe primar en nuestras relaciones personales y colectivas, pero que no se me pida que respete el racismo, la homofobia, la xenofobia o el machismo, porque son conductas que en cualquier país decente del mundo se castigarían con la cárcel. No debe haber respeto para estas "ideas" (que más bien son impulsos irracionales) ni tolerancia en absoluto a la hora de combatirlas.
Si a palos aprenden las mulas, que palos reciban; es lo justo.
Respeto parriba´, respeto pabajo´, respeto pal´centro y respeto padentro´.
Se nos inculca desde bien temprano que la tolerancia es una buena actitud, un modelo de referencia en lo que a comportamiento se refiere, pero como buenos seres pensantes y con capacidad de reflexión y análisis que somos, creo que debemos pararnos a darle un par de vueltas al concepto de respeto como filosofía de vida y de convivencia, así como del papel que juega en democracia.
Que el exceso de respeto y tolerancia puede llevar a su cavar su propia tumba no es nada nuevo, ni una reflexión que debamos volver a hacer, pero creo esencial ver el respeto desde unas gafas sostenibles, es decir, que nos permitan llevar a cabo valores democráticos sin ponerlos en riesgo. Desde esa perspectiva creo que no hay que tener un doctorado para entender que el fascismo no puede tener cabida en un sistema democrático, ya que por sus propuestas, ponen en riesgo la propia salud de la democracia. Lo que hace que una democracia sea saludable daría, no para una entrada, sino para un libro entero.
Llegados a este punto creo que huelga decir que el respeto debe primar en nuestras relaciones personales y colectivas, pero que no se me pida que respete el racismo, la homofobia, la xenofobia o el machismo, porque son conductas que en cualquier país decente del mundo se castigarían con la cárcel. No debe haber respeto para estas "ideas" (que más bien son impulsos irracionales) ni tolerancia en absoluto a la hora de combatirlas.
Si a palos aprenden las mulas, que palos reciban; es lo justo.
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