De tapadillo

Agitación. Si algo está definiendo estos días, es esa palabra. El conflicto de Cataluña, un conflicto que para mí es el más grave de la historia de la democracia, tanto por gravedad como por consecuencias: unas consecuencias que a corto plazo está teniendo una repercusión muy intensa en el marco geopolítico internacional, dando muestra de ello los innumerables artículos de famosos periódicos como Liberatiòn, The  New York Times, The Time, etc, condenando la violencia excedida y desmedida de la policía de este país contra civiles desarmados que buscaban sólo votar, independientemente de que fuese legal o no lo fuese. De lo que no somos conscientes es de las consecuencias a medio y largo plazo, ya que debemos concienciarnos de que la paz y el diálogo es el único medio posible y viable para llegar a un acuerdo de consenso, un acuerdo que no ha sido posible desde mi punto de vista por la actitud irresponsable, tanto del Gobierno central de Rajoy, y su lamentable actuación, como la del Govern catalán, movilizando a gente a las calles, sabiendo y conociendo los tintes autoritarios y fascistas del Gobierno que preside este país, eyectando a sus votantes a una "muerte segura". Por supuesto, ni que decir queda que no es en absoluto equiparable la actuación de uno y otro en tanto que responsabilidad política y vulneración de los derechos humanos esenciales como son el derecho de reunión y el derecho de asociación: pilares básicos para el correcto funcionamiento de una democracia de pleno derecho, una democracia de pleno derecho que, como hemos podido comprobar, no es real ni tangible en este país. En lo único en lo que se pueden equiparar los dos Gobiernos de los dos territorios es en la falta de solvencia política para poder reunirse y llegar a acuerdos que permitiesen la ordenada y pacífica connivencia de diferentes posturas políticas y sociales: la diversidad. Una diversidad que es la base de la democracia real, en tanto al respeto que se deben profesar, tanto los de unas posturas como los de otras.

Pero este no es el tema que nos ocupa a día de hoy, ya que lo que me ha indignado profundamente es la utilización de este asunto (el conflicto catalán) como elemento opacador de otros conflictos y protestas que están teniendo lugar en nuestro país, como la imposición del muro del AVE en Murcia, un asunto que ha reunido a cincuenta mil personas en la localidad, y que los medios de comunicación de masas se ha encargado de ocultar de soslayo, con una actitud desinformativa que, vulnera uno de los derechos más fundamentales de una sociedad democrática y de derecho: a la información. Haciendo autocrítica, considero que quizá este derecho no se ha defendido con la misma vehemencia que otros derechos, obviamente no menos importantes como el de trabajo, el de una vivienda digna, y el de unas condiciones económicas que favorezcan la correcta consecución de la vida de una persona. El conjunto de valores y posiciones que representamos desde la trinchera del comunismo, van encamindadas a favorecer siempre la dignidad indivivual, sin olvidar la dignidad colectiva, entendiendo que una va  de la mano de la otra. Si somos una sociedad sólida y digna en conjunto, eso devendrá en la promoción de una vida digna individualmente, y el derecho a la información, es esencial para conseguir esto, ya que sin información, una persona no puede ser capaz de discernir de entre todas las opciones, cual es la más favorable para el conjunto de la sociedad y para el mismo.

Sin información, no hay dignidad y sin dignidad, no hay nada por lo que luchar. ¡Defendámos lo que es nuestro!

Tira millas.




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