Cada dos horas y media

Cada dos horas y media qué, pensaréis.


Pues bien. Cada dos horas y media se produce una violación colectiva en Brasil, según un informe que ha publicado el Ministerio de Salud de Brasil, por lo que en 2016, tres mil quinientos treinta y seis mujeres fueron violadas por dos o más hombres. Esta cifra ha triplicado el número de este tipo de violaciones en 2011. Aún está en la mente de la mayoría de los brasileños la violación que sufrió una joven carioca, durante horas a manos de mas de treinta y dos hombres, a los que convendría llamarlos animales más bien, por su conducta. Por otra parte hay un intento de ocultar este tipo de casos, ya que sólo son denunciadas el diez por ciento de estas violaciones, las cuales están subiendo en masa a unos niveles alarmantes. El problema es que no solo están subiendo aquí, sino en toda latinoamérica, y buena parte de Europa. Esta violencia machista, desde mi punto de vista, tiene una base de machismo estructural que convendría tener en cuenta, que parecen los organismos ocupados de poner solución a estos problemas no tener en cuenta, y que va mucho más allá de esas muestras de machismo, que en última instancia son simplemente la exteriorización de una conducta que se ha implantado, cultivado y regado hasta que se ha hecho fuerte y sólida, en la mente de los jóvenes por todas las sociedades en las que se puede criar un chico, como son la escuela, la familia, las amistades, la religión, etc.


Esa exteriorización es justamente la muestra de algo que nuestra sociedad promueve en lugar de hacer algo por desarraigar, como es la imposición social de la superioridad del hombre sobre la mujer, mediante muchísimos ámbitos y ejemplos, como podrían ser los micromachismos, algo que la gente se esfuerza por desprestigiar como si fuese algo de ínfima importancia, pero que sin embargo deja larvado en la mente de los chicos jóvenes esa supuesta superioridad impuesta de manera social, injustamente. Por ejemplo, cuando banalizamos la violencia machista, tratándola como si fuese algo implícito a la sociedad, o cuando establecemos roles de género asignados a cada sexo, por el mero hecho de haber nacido con determinada configuración corporal, eso es violencia de género, no nos equivoquemos. Cuando mediante el lenguaje infravaloramos a la mujer, utilizando el femenino como algo secundario, o incluso pellorativo, tipo "¿Qué pasa, por qué lloras, no serás una maricona de esas?" o "Mira qué sensible es, parece una niña". Con ejemplos como esos, que todos alguna vez hemos hecho, estamos haciendo uso de la violencia de género. Otra claro ejemplo de esto es cuando hablamos del ser humano en el inicio de los tiempos y usamos "El hombre" haciendo un ejercicio de onanismo con nosotros mismos, que aparte de excluyente, es vomitivo. ¿Qué pasa, las mujeres no estaban o qué?


Lo peor es que al no tener consecuencias visibles ipso facto, no le damos valor, y pensamos que es algo que no tiene importancia, algo baladí, que no llegará a mayores, cuando en realidad estamos sembrando la semilla de una conducta que hace que en nuestro país sean asesinadas muchísimas mujeres a lo largo del año. Y sí, no muertas, como dicen los informativos, tratando de maquillar esos asquerosos sucesos, A SE SI NA DAS. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, para que a posteriori no se de lugar a la confusión, ya que la vida de una persona, no merece ser un tema confuso, y que más de tres mil quinientas mujeres sean violadas en masa de manera colectiva en países como Brasil, tampoco. Al menos, así lo veo yo.


Tira millas.



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