¡Basta ya!


Cada vez son más las personas que me encuentro a lo largo de mi vida de estudiante de magisterio, (por llamarlas de alguna manera) que hablan de la escuela, con un tono ya no sólo despreciativo, sino con una suficiencia que denota una superioridad por parte de algunos padres y algunas madres que asusta. Esto no sólo se ve a la hora de afrontar las tutorías, sino en el propio lenguaje de la calle, el boca a boca, lo cual es verdaderamente triste, porque considero que si empezamos a poner en tela de juicio papeles como el de las escuelas públicas, somos una sociedad avocada al fracaso. Marchamos al spiedo. Por eso digo basta.

Basta porque la escuela hace una función fundamental en las sociedades occidentales modernas, como la española (bueno, moderna...) siendo un lugar donde se guarda a los niños y niñas, mientras sus padres y madres están trabajando, cumpliendo con una necesidad familiar que de otro modo tendrían que cubrir pagando, lo cual, por otra parte, no sería justo, ya que es un derecho y así hay que mantenerlo.

Basta porque la escuela hace las veces de rito de iniciación a la adolescencia, proceso que ya me gustaría ver a muchos padres y madres afrontar solos o con las familias, sin la capacitación necesaria ni el conocimiento práctico para que sus hijos puedan llevarlo de una manera apropiada, por no hablar de la actividad intelectual que se lleva a cabo en los aulas, que los capacita para la vida social en la mayoría de los casos, o al menos, los trata de preparar para la sociedad civil.

Además, si entendemos que la sociedad en la que vivimos está caracterizada por la ingente cantidad de conocimientos que estamos prácticamente obligados a engullir, podemos darnos cuenta fácilmente que una persona analfabeta, por duro que pueda sonar, es un paria social, un marginado que en muchos casos no puede relacionarse e interactuar con el entorno social que le rodea.

Y sobre todo, basta, por la que para mí es la cualidad más importante que tiene la escuela, sobre todo durante los años previos a la adolescencia, y de la cual me siento más orgulloso como docente, que es la socialización, hacer a los niños y niñas partícipes de la vida social, relacionarse en un ámbito diferente al de la familia, en el que las relaciones van cargadas de responsabilidad afectiva, cosa que no se da en las escuelas, lo que hace que puedan establecerse relaciones estrictamente sociales entre el alumnado y el profesorado, o entre el propio alumnado. Eso es esencial para la incorporación posterior a la vida adulta.

Por último me gustaría dirigirme a esos pseudomaestrillos de pacotilla que son los padres y madres que dicen, con el pecho hinchado de orgullo: "¿Pa` eso hay que estudiar? Eso se lo enseño yo a mi niño en una tarde". Mi mensaje es simple, directo y al pie: Haberlo estudiado y habérselo enseñado en una tarde, campeón, que con suerte habría salido como tú de gañán e impresentable.

De nada.





Comentarios

  1. Buenas noches, como docente me gustaría dirigirte unas palabras sobre tu artículo.
    Principalmente me gustaría comenzar diciéndote que a pesar del mensaje que quieres transmitir lo abordas desde una forma equivocada, a mi parecer, ya que consideras la escuela como un lugar en el que se "guardan a los niños" y no como un espacio dedicado a la infancia en el que el niño es el protagonista de su aprendizaje.
    Es cierto, que la educación en sociedad es una de las premisas educativas, pero si te vas a la actual legislación vigente como son la Ley Orgánica 2/2006, de 3 mayo de Educación, modificada por la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa, podrás ver que el fin de la educación es preparar al niño para la vida adulta de forma que pueda tener un futuro laboral.
    Por otro lado, si observas estás leyes podrás encontrar también como en ellas se hace referencia específica a la necesidad de la participación de los padres o tutores legales del alumnado, puesto que para que la educación se lleve a cabo de una forma adecuada, ambos referentes para el alumnado deberán de trabajar de forma coordinada. Sin embargo, es cierto que en muchas ocasiones esto se complica con la actitud de ciertos padres, pero ahí es donde entramos nosotros y debemos de ser comprensivos y respetar el estilo educativo de cada familia por muy equivocado que consideremos que puede estar.
    No obstante, conforme se van desgranando de una forma adecuada tus ideas se percibe una gran preocupación por el lugar que ocupa la educación en la sociedad occidental actual, la cual se ha desvirtuado enormemente en las últimas décadas como resultado de esa contradicción que supone el estado del bienestar aplicado a una clase social que no puede aspirar a dicho estilo de vida, olvidándose en algunas ocasiones el objetivo último de nuestra labor, no siendo otro que formar gente crítica y concienciada con el fin de no caer en discurso maniqueos basados en el odio y la incultura.
    Te animo a que sigas con tu blog y tus publicaciones acerca de la educación, aunque siempre desde una forma criticr e intentando contrastar siempre la información mostrada.
    Muchísimo ánimo y buenas noches.

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