Hegemonía cultural


Hace breves instantes, he tenido la oportunidad, por casualidad, de leer una artículo de eldiario.es en el que hablaba sobre una cartilla de instrucción que se usaba en las escuelas españolas durante la guerra civil (abajo dejaré el enlace para los que lo queráis visitar). Esta obra, por lo que representa y su valor iconográfico, ha sido reconocida como una de las quince obras más representativas de la historia del arte español, todo un reconocimiento a años de lucha cultural y valorización de un sistema, como fue el republicano, que hizo de la educación y la cultura dos de sus más sólidas bases y dos bastiones esenciales sobre los que cimentar una sociedad que quedó bajo el yugo de la igualdad que otorga la educación pública, social, la educación de clase.

Esto, indudablemente, era un elemento de hegemonía cultural por parte de la república, pero antes de nada, debemos preguntarnos qué es la hegemonía cultural y por qué la escuela pública es en todos los ámbitos y contextos un elemento básico de esta hegemonía.

Decía Gramsci que la hegemonía es cualquier tipo de vanguardia que el estado podía extender sobre el pueblo, eso incluía la dominación física (monopolio de la violencia), pero desde mi punto de vista, esta es una definicón un poco excluyente en estricto sentido, ya que deja fuera algo que es esencial para poder entender la hegemonía, como es la guía cultural, moral y educativa. También decía el filósofo italiano que todos los componentes de la sociedad debían ser intelectuales, es decir, seres humanos que tuviesen la posibilidad de poder acceder a la cultura y por tanto, reproductores de la hegemonía cultural (idea que, si se le da un par de vueltas, lleva inequívocamente a la idea de educación pública, universal y gratuita).

Ahora bien, ¿por qué la escuela pública es un elemento de hegemonía cultural?

Cada vez, de manera paralela al desarrollo del neoliberalismo, estamos asistiendo a una elitización de la cultura y la educación. Está empezando a considerarse la cultura como un lujo al alcance de una minoría privilegiada que es la que debido a su posición social, es la única que podrá aprovechar, debido a su capacitación intelectual, el producto cultural que se está ofreciendo. Esto hace gala de un clasismo recalcitrante, del cual no se libra la escuela, donde se ha filtrado esta deriva.

La escuela pública, que sirvió durante muchos años como elemento igualador entre todas las clases sociales conniventes en la sociedad, valga la redundancia, está siendo sustituida por colegios concertados, institutos privados y universidades privadas, en las que la calificación es directamente proporcional a la tasa que hayas pagado en la matrícula (véanse los masters del universo del PP).

Esta educación, de primera y de segunda, no hace sino generar consecuentemente, ciudadanos y ciudadanas de primera y segunda, por lo que cualquier elemento igualador se pierde. La escuela pública debe ser hegemonizadora y portadora de los valores de la cultura y el trabajo, de la igualdad y la ruptura para con la sociedad de clases, creando un horizonte de equidad que forme seres humanos equánimes y solidarios, con conciencia de clase.

Ale, no os doy más la turra por hoy, que os he soltado una buena chapa (espero que haya servido para algo).

 ¡Tira millas!




Por cierto, aquí os dejo el enlace del artículo:
https://www.eldiario.es/cultura/arte/cartilla-escolar-antifascista-mejorcito-espanol_0_514098818.html



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