Miedo, asco y vergüenza


 En esta entrada espero ser breve, contundente ya que creo que no se deben tratar esta serie de cuestiones con contemplaciones de ningún tipo.  Al lío.

Según los últimos sondeos de Metroscopia, se calcula que VOX puede sacar un diputado en las próximas eleciones andaluzas, precisamente por mi tierra, por Almería. Esto me supone como almeriense y como andaluz, una jodida vergüenza y la constatación de un hecho que veníamos sospechando desde hace bastante tiempo, pero que desde hace unos meses está cogiendo color y forma: en Almería (paradógicamente, por el hecho de ser el último pueblo de España en la Guerra Civil en caer en manos del golpe franquista) el fascismo está creciendo a pasos agigantados, siendo la cuna de unos insectos que, al parecer, cada vez dejan larvas en más sitios, lo cual da bastante miedo y debe producir el asco suficiente como para concienciarnos de que tenemos que empezar a fumigar nuestra tierra, limpiarla de basura y comenzar a echar a esta plaga infecta, antes de que se empiecen  a reproducir con más virulencia.

Decía Karl Popper, filósofo austríaco de principios del siglo XX, mediante su paradoja de la tolerancia, que el exceso de la misma, puede producir intolerancia, ya que si dejamos que colectivos con discursos racistas, homófobos, excluyentes y que fomenten el odio se adueñen de las instituciones, tolerándolos, acabaran con nosotros y nosotras, acabarán con la tolerancia; lo cual nos lleva una reflexión: para ser tolerantes, debemos combatir la intolerancia.

Los que me leéis de manera asidua, sabréis que no suelo hacer muchas reflexiones materiales, siempre me suelo mover en el campo teórico, salvo algunas excepciones contadas, en las que bajo al barro a mancharme las manos: hoy es uno de esos momentos. No debemos dejar ni un ápice de espacio para que estas larvas sigan dejando sus huevos en nuestras calles, en nuestras insituciones, en los locales en los que difunden el odio hacia los y las inmigrantes, hacia el colectivo LGTB+, hacia todo y toda aquel que no comparta su forma de pensar fascista y autoritaria.

Cuando veamos un cartel de VOX en cualquier sitio, lo arrancamos, si vemos una octavilla en un limpiaparabrisas, lo quitamos y lo rompemos, si vemos una pintada, la tapamos, y si nos increpan, los denunciamos. Y sobre todo, que no te engañen, ser duro contra la intolerancia no te hace antidemócrata, para ser demócrata es condición indispensable ser antifascista.

Tira millas (y su propaganda de mierda al contenedor).




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