La confluencia

Hace tiempo escuché de boca de un familiar, mientras charlábamos sobre política, que la izquierda sólo está unida cuando está en la cárcel. Seamos realistas, suele ser así tristemente, pero estamos sufriendo un fenómeno como es Adelante Andalucía: innovador y pedagógico que según mi punto de vista, cada vez debe darse y se dará más, si tenemos dos dedos de frente a nivel local, nacional y global.

Siempre he pensado que uno de los grandes errores de la izquierda, mostrado en múltiples ocasiones durante la historia es la ambición por el perfeccionamiento, algo que en sí es bastante bueno porque genera un ambiente de motivación para poder conseguir objetivos a corto, medio y largo plazo. El problema viene cuando esas ambiciones se mezclan con intereses personales e inflexibilidades por convicciones personales o ideológicas: siempre nos peleamos por ver quién está más a la izquierda, quién la tiene más larga, quién revienta el comunismómetro. Craso error.

Sin que perdamos nuestras convicciones y principios, creo que es necesario sentarnos a charlar, debatir y crear espacios comunes, de unidad. Necesario porque a nivel nacional, mucho más a nivel global, el capitalismo va cada vez comiendo más terreno ideológico y laboral a la clase trabajadora, con todo lo que eso conlleva: precariedad, miseria, migraciones forzosas, desamparo e inseguridad. Ante una perspectiva tan oscura no nos queda otra que unirnos, hacer piña, luchar por objetivos comunes. Si bien es cierto que mucha gente se mete en política para buscar un sillón sobre el que apoltronarse, no ese el caso de la gente de la izquierda (salvo excepciones que siempre remanen), gente comprometida con las personas de su entorno, con la mejora de las condiciones de vida de aquellos y aquellas que no tienen el altavoz con que levantar sus ahogados gritos de desesperación ante una situación económica y social que les mata, en muchos casos, literalmente. Gente que sufre de manera directa o indirecta, el carácter voraz de un capitalismo que cada vez va tomando un cariz más imperialista y no tiene visos de aminorar el ritmo: un capitalismo que acabará muriendo de éxito. El problema es que en esa muerte, casi con toda certeza puedo creer que se llevará a la humanidad por delante.

Por eso y por la ilusión de crear espacios en los que se respeten los derechos humanos, que sean cariñosos con el medio ambiente, tolerantes, solidarios, debemos estar unidos, predicar con el ejemplo de solidaridad de la que ideológicamente tan orgullosos y orgullosas nos sentimos. Se puede ir en común sin renunciar a los principios que ideológicamente poseemos, y el resultado puede ser maravilloso, como estamos viendo en países de latinoamérica como México, Uruguay o Venezuela, así como en otras zonas de Europa, con España, entre otras.

Ojalá ésto se haga efectivo y caminemos juntos y juntas a nivel global contra el capitalismo criminal; se haría un poco menos ardua la senda a seguir, en compañía, sin sentir la soledad del corredor de fondo.

Tira millas.





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