"Yo paso de los pobres"

Como algunos sabéis, soy voluntario de Cruz Roja, lo cual tiene infinidad de ventajas y alegrías personales, entre ellas la gratitud de poder ayudar mediante tu modesta colaboración a mejorar la vida de muchas personas que realmente lo necesitan. Es una sensación de plenitud bastante gratificante y fomenta la autorrealización de las personas que colaboran en ese proceso, además de la propia alegría de las personas que reciben esa ayuda, la cual siempre acogen con los brazos abiertos y un agradecimiento personal que te transmite su felicidad.

El único problema quizá viene a la hora de tratar con otras personas que no pertenecen a la propia Cruz Roja, ya que no tienen todo ese background que he mencionado anteriormente, y a la hora de ofrecerles el aportar cualquier tipo de ayuda (bien sea económica u otro material) se muestran en muchas ocasiones reacios a participar. Pero al igual que una cosa es mostrarse reacio, otra muy distinta es ser un maleducado y un desecho de ser humano, porque en base a lo que viví hace menos de una semana, no hay otros calificativos para nombrar a estas "personas". Para ilustraros, simplemente daré dos ejemplos, los cuales son bastante ejemplificantes, ya que se repitieron en varias ocasiones durante aquella tarde de sábado en el Carrefour, durante la campaña de recogida de material escolar para personas en riesgo de exclusión social.

Una de las personas a las que abordé, me dijo en un tono bastante alterado, antes de que yo pudiese dirigirle una palabra, que estaba muy enfadado con la Cruz Roja después de más de treinta años colaborando, por la postura que estaba tomando la organización con el asunto de la migración, para breves instantes después gritar: ¡Nos están invadiendo! Como podréis imaginar ni le contesté (ya que llevaba la indumentaria puesta y hay que seguir unos protocolos) pero mi cara fue la más perpleja que he puesto en mucho tiempo, e imagináos la de mi compañero, que estaba de pie detrás de mí (inmigrante marroquí) el cual no pudo más que bajar la cabeza para contenerse. Esto se repitió durante toda la tarde, con infraseres argumentando que "y los de aquí qué", "no, que luego va todo para los moros y los negros" y demás mierdas xenófobas.

A los pocos minutos, todavía un poco tocado por lo que me había pasado con aquel personaje, fui a abordar a otra persona, la cual me dejó en pausa literalmente, porque al acercarme a ella, me puso la mano frente a la cara con una actitud muy despectiva e irrespetuosa, acompañada de una cara de asco la cual hacía parecer que le estaba ofreciendo una mierda en bandeja ¿Quién coño se cree la gente que es?

Por primera vez en los más de tres años que llevo en Cruz Roja, tuve la sensación al finalizar la actividad de que no tenía que haber ido. Estaba desmotivado, enfadado, sin ganas de seguir haciendo la actividad, decepcionado y bastante frustrado.

Por supuesto, por aquella actividad pasó gente maravillosa y con muchas ganas de participar (y que aportó mucho material escolar), y no pretendo generalizar a toda la población ni criminalizarla por la conducta de unos pocos energúmenos. Pero quería contarlo, por frustración supongo y por la necesidad de desahogarme, que un poco de catarsis no le va mal a nadie.

Tira millas.



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